sábado, 26 de febrero de 2022

DEUTERONOMIO 5

  • Los Diez Mandamientos
  • El terror del pueblo


DEUTERONOMIO 5





5.1 El pueblo había entrado en un pacto con Dios y Moisés le ordenó que escuchara, aprendiera y obedeciera sus estatutos. Los cristianos también han entrado en un pacto con Dios (a través de Jesucristo) y deben ser sensibles a lo que Dios espera de ellos. La triple orden que Moisés dio a los israelitas es un consejo excelente para todos los seguidores de Dios. Oír es absorber y aceptar información acerca de Dios. Aprender es comprender su significado e implicaciones. Guardar es llevar a la práctica todo lo que hemos aprendido y comprendido. Las tres partes son esenciales para una creciente relación con Dios.
5.7 Un dios es cualquier cosa que la gente pone en primer lugar en su vida. Algunas personas literalmente adoran otros dioses al unirse a cultos o religiones extrañas. De una manera más sutil, muchos de nosotros adoramos a otros dioses al construir nuestras vidas alrededor de cualquier otra cosa que no sea el único Dios verdadero. Si su deseo más grande es ser popular, tener poder o dinero, se está dedicando a algo que no es Dios. Para poner a Dios en primer lugar debe: (1) reconocer qué es lo que está tomando en su vida el lugar que le corresponde a El; (2) renunciar a ese dios sustituto inmerecedor de su devoción; (3) pedir a Dios que lo perdone; (4) reestructurar sus prioridades para que el amor por Dios sea la motivación en cualquier cosa que haga; y (5) examinarse diariamente para asegurarse que le está dando el primer lugar a Dios.

5.8, 9 ¿Cómo se sentiría si alguien tomara una fotografía suya, la pusiera en un marco, la mirara con frecuencia y la mostrara a otros, pero tratara con total indiferencia al ser real que es? Dios no quiere que lo traten de esta manera. Quiere una relación genuina con nosotros, no un mero ritual. Desea que lo conozcamos. Dios sabe que si colocamos cualquier otra cosa en el centro de nuestra vida, no alcanzaremos nuestro potencial ni llegaremos a ser todo lo que El quiere que seamos.

5.11 Sabemos bien en qué consiste este pecado que según este mandamiento debemos evitar. Tomar el nombre de Dios en vano es mencionarlo a la ligera sin pensar en su santa importancia. Pero también se ordena una buena obra: usar el nombre de Dios para alabarle y darle gloria. Esto es lo opuesto de tomar su nombre en vano. A pesar de que es posible que se controle y no diga maldiciones, ¿cómo le ha ido en lo que respecta a hacerse tiempo suficiente para alabar a Dios y honrar su nombre?

5.16 Obedecer a nuestros padres es nuestro deber principal cuando somos jóvenes, pero el respeto a ellos debe continuar aún después de muertos. Una manera de honrar a nuestros padres es ayudarlos en momentos de necesidad económica o cuando estén enfermos y no puedan hacerse cargo de sí mismos. Quizás la mejor manera de honrarlos es transmitir sus valores espirituales a nuestros hijos. Honrar implica todo lo que un hijo haga con su vida: la forma en que trabajan y hablan, los valores que sustentan y la moral que practican. ¿Qué está haciendo para mostrar respeto hacia sus padres? ¿Está viviendo en una manera que los honre?

5.17 "Pero yo no he matado", puede decir. ¡Bien! Esto cumple la letra de la ley. Pero Jesús explicó que enojarse hasta la ira quebranta este mandamiento (Mat 5:21-22). ¿Ha estado alguna vez tan enojado porque alguien lo ha maltratado que en algún momento deseó que esa persona estuviera muerta? ¿Ha experimentado alguna vez la fantasía de "eliminar" a alguien? La enseñanza de Jesús respecto a esta ley demuestra que somos capaces de matar en nuestros corazones. Aún cuando seamos legalmente inocentes, somos moralmente culpables de asesinato y necesitamos pedir a Dios perdón. Necesitamos comprometernos a todo lo opuesto al odio y la ira: al amor y a la reconciliación.

5.21 Codiciar es desear la prosperidad de otra persona. No podemos poner nuestros deseos sobre algo que pertenece a otro. Tales deseos no solo pueden hacernos desdichados, sino que pueden llevarnos a pecados como el adulterio y el robo. Envidiar a otros es un ejercicio inútil porque Dios puede darnos cualquier cosa que necesitemos, aunque no siempre nos dé todo lo que queramos. Para detener la codicia, debemos aprender a conformarnos con lo que tenemos. En Phi 4:11, el apóstol Pablo recalca la importancia del contentamiento. Es una cuestión de perspectiva. En lugar de pensar en lo que no tenemos, debemos agradecer a Dios lo que nos ha dado y esforzarnos por estar contentos. Después de todo, nuestra posesión más importante es gratis y se encuentra al alcance de todos: la vida eterna por medio de Cristo.

5.29 Dios dijo a Moisés que quería que el pueblo inclinara sus corazones a temerle, que desearan respetarlo y obedecerlo. Existe una diferencia entre hacer algo porque se nos exige, y hacer algo porque queremos hacerlo. Dios no está interesado en las prácticas ni en las observancias religiosas forzadas. El quiere nuestro corazón y nuestra vida completamente dedicados a El. Si lo amamos, la obediencia vendrá sola.


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