viernes, 5 de noviembre de 2021

HECHOS 3

  •  Curación de un cojo 
  • Segundo discurso de Pedro 








3.1 Los judíos acostumbraban orar tres veces al día: en la mañana (a las nueve), en la tarde (a las tres) y en la noche (a la puesta del sol). En estos horarios los judíos devotos y los gentiles temerosos de Dios a menudo iban al templo a orar. Pedro y Juan iban al templo a las tres de la tarde.

3.2 La puerta la Hermosa era una entrada al templo, no a la ciudad. Esta era una de las entradas favoritas y muchas personas pasaban por allí cuando iban a adorar. El cojo mendigaba en un lugar en que la mayoría podía verlo.

3.5, 6 El mendigo pedía dinero, pero Pedro le dio algo mucho mejor: la posibilidad de usar sus piernas. A menudo le pedimos a Dios que resuelva un pequeño problema, pero El quiere darnos nueva vida y ayudarnos en todos nuestros problemas. Cuando le pedimos ayuda a Dios, El puede decirnos "he conseguido aun algo mucho mejor para ti". Pídale a Dios lo que quiera, pero no se sorprenda cuando El le dé lo que en verdad necesita.

3.6 "En el nombre de Jesucristo" significa "por la autoridad de Jesucristo". Los apóstoles sanaban mediante el poder del Espíritu Santo y no por ellos mismos.

3.7-10 En su emoción, el hombre que antes era cojo empezó a saltar y correr por los alrededores. ¡El también alabó a Dios! Y los demás se sorprendieron también ante el poder de Dios. No olvide agradecer a las personas que lo ayudan, pero también recuerde alabar a Dios por sus bendiciones.

3.11 El pórtico de Salomón era una galería cubierta o entrada con columnas.

3.11ss Pedro tenía una audiencia y aprovechó la oportunidad para hablar acerca de Jesús. Con claridad presentó su mensaje diciendo: (1) quién es Jesús, (2) cómo lo rechazaron, (3) por qué el rechazo fue fatal, y (4) qué necesitaban hacer para cambiar la situación. El les dijo que todavía tenían una oportunidad; Dios seguía ofreciéndoles la oportunidad de creer y aceptar a Jesús como Mesías y Señor. El despliegue de la misericordia y la gracia de Dios, como la sanidad del cojo, a menudo originan momentos de enseñanza. Ore para tener valor como Pedro y para ver estas oportunidades y hablar de Cristo.

3.13 Pilato decidió soltar a Jesús, pero la gente le pidió que liberara a Barrabás, un asesino (véase Joh 19:1-16). Cuando Pedro dijo: "a quien vosotros entregasteis y negasteis", quiso decir exactamente eso. Solo unas semanas antes, se enjuició y dio muerte a Jesús allí en Jerusalén. No era un hecho distante del pasado, muchas de estas personas oyeron hablar de esto y algunas quizás tomaron parte al condenarlo.

3.15 Los líderes religiosos pensaron que dieron fin a Jesús al crucificarlo, pero su convicción se vino abajo cuando Pedro les dijo que Jesús resucitó y que esta vez no podrían matarlo. El mensaje de Pedro enfatiza que: (1) el pueblo y los líderes religiosos mataron a Jesús, (2) Dios lo resucitó, y (3) los apóstoles eran testigos de ese hecho. Después de poner al descubierto los pecados e injusticias de estos líderes, Pedro mostró el significado de la resurrección, el triunfo y el poder de Dios sobre la muerte.

3.16 Jesús, no los apóstoles, recibieron la gloria por la sanidad de este hombre cojo. En esos días el nombre de un hombre representaba su carácter, respaldaba su autoridad y poder. Usando el nombre de Jesús, Pedro mostró quién le dio la autoridad y el poder para sanar. Los apóstoles no enfatizaron lo que ellos podían hacer, sino lo que Dios podía hacer a través de ellos. El nombre de Jesús no debe usarse como mágico, sino por fe. Cuando oramos en el nombre de Jesús, debemos recordar que es el mismo Jesús, no solo el sonido de su nombre, quien da poder a nuestras oraciones.

3.18 Estas profecías se hallan en el Salmo 22 e Isa 50:6 y 53. Pedro les explica la clase de Mesías que Dios envió a la tierra. Los judíos esperaban un gran gobernador, no un siervo sufriente.

3.19 Juan el Bautista preparó el camino para Jesús predicando el arrepentimiento. El mensaje de salvación de los apóstoles también llamaba al arrepentimiento, reconociendo el pecado y alejándose de él. Muchas personas quieren los beneficios de estar identificados con Cristo, sin apartarse de su pecado y sin admitir su propia desobediencia. El primer paso para recibir perdón es confesar el pecado y alejarse de él (véase 2.38).

3.19, 20 Cuando nos arrepentimos, Dios no solo promete limpiar nuestro pecado, sino también darnos un descanso espiritual. Al principio, el arrepentimiento parece doloroso porque es difícil renunciar a ciertos pecados. Pero Dios le dará un mejor camino. Como Oseas prometió: "Y conoceremos y proseguiremos en conocer a Jehová; como el alba está dispuesta su salida, y vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra" (Hos 6:3). ¿Siente la necesidad de descanso para su alma?

3.21 "Hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas" señala la Segunda Venida de Cristo, el juicio final y la expulsión del pecado del universo.

3.21, 22 La mayoría de los judíos pensaban que Josué era este profeta que Moisés anunció (Deu 18:15). Pedro dijo que era Jesucristo. ¡Quería mostrarles que su tan esperado Mesías había llegado! El y todos los apóstoles llamaban a la nación judía a arrepentirse y a creer, a tomar conciencia de lo que le hicieron a su Mesías. A partir de este punto, vemos a muchos judíos rechazando el evangelio. Así que el mensaje fue también a los gentiles y muchos de ellos abrieron sus corazones para recibir a Jesús.

3.24 El profeta Samuel vivió durante la transición entre los jueces y los reyes de Israel, y se consideró como el primero en una sucesión de profetas. Ungió al rey David, fundando la descendencia real davídica, de la cual vino el Mesías. Todos los profetas señalaron a un Mesías futuro. Si desea más información acerca de Samuel, véase su perfil en 1 Samuel 8.

3.25 Dios le prometió a Abraham bendecir al mundo mediante sus descendientes, la raza judía (Gen 12:3) de la cual el Mesías vendría. Dios intentó que la nación judía fuera apartada y santa, que enseñara al mundo acerca de Dios, presentando al Mesías, y que cumpliera su obra en el mundo. Después de los días de Salomón, la nación renunció a su misión de hablarle al mundo de Dios y, ahora en tiempos apostólicos, al igual que cuando estuvo Jesús en la tierra, Israel rechazaba a su Mesías.






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