viernes, 5 de noviembre de 2021

HECHOS 4

  • Pedro y Juan ante el Concilio 
  • Los creyentes piden confianza y valentía 
  • Todas las cosas en común 









4.1 Los sacerdotes quizás eran prominentes, quienes tenían una influencia especial y a menudo eran parientes cercanos de los sumos sacerdotes. Los guardias del templo se distribuían alrededor del edificio para asegurar el orden. Los saduceos eran miembros de una pequeña, pero poderosa secta religiosa judía, que no creían en la resurrección. Fueron los líderes religiosos que permanecieron para obtener recursos al cooperar con los romanos. La mayoría de los que intervinieron en el arresto y la crucifixión de Jesús eran miembros de esos tres grupos.

4.2, 3 Pedro y Juan hablaron a la gente durante el tiempo de oración de la tarde. Los saduceos se movieron con rapidez para investigar. Como no creían en la resurrección, se sentían perturbados con lo que decían los apóstoles. Pedro y Juan refutaban una de sus creencias fundamentales y ponían en tela de juicio su autoridad como líderes religiosos. Aun bajo las reglas romanas, los saduceos tenían casi poder ilimitado sobre las posesiones del templo. A tal grado, que podían arrestar a Pedro y a Juan por el hecho de enseñar algo en contra de sus creencias.

4.3 No es frecuente que nuestro testimonio nos envíe a prisión como en el caso de Pedro y Juan. Sin embargo, corremos riesgos al tratar de ganar a otros para Cristo. Quizás estemos dispuestos a pasar una noche en prisión si esto guiara a cinco mil personas a Cristo. Pero, ¿acaso no debiéramos también estar dispuestos a sufrir por una persona? ¿Qué arriesga al testificar: rechazo, persecución? No importa los riesgos, tenga en cuenta que lo que hacemos por Dios no es en vano.

4.5 Este concilio de líderes judíos era el Sanedrín o concilio judío, el mismo que condenó a Jesús a la muerte (Luk 22:66). Tenía setenta miembros más el sumo sacerdote en servicio que presidía. Los saduceos eran mayoría en este grupo legislativo. Eran los hombres más ricos, intelectuales y poderosos de Jerusalén. Los seguidores de Cristo comparecieron ante este concilio, como El lo estuvo.

4.6 Los romanos destituyeron a Anás del sumo sacerdocio y nombraron en su lugar a Caifás, yerno de Anás. Pero debido a que los judíos consideraban el oficio de sumo sacerdote como una posición para toda la vida, seguían llamando a Anás con ese título, dándole respeto y autoridad dentro del concilio. Anás y Caifás jugaron un papel muy significativo en el juicio de Jesús (Joh 18:24, Joh 18:28). Ni a Anás ni a Caifás les gustó que el hombre que se sacrificó por el bien de la nación (Joh 11:49-51) tuviera seguidores que, para colmo, eran persistentes y prometían ser tan molestos como Jesús lo fue.

4.7 El concilio preguntó a Pedro y a Juan con qué potestad sanaron al hombre (3.6, 7) o en qué nombre predicaban (3.12-26). Las acciones y palabras de Pedro y Juan aterrorizaron a estos líderes religiosos, quienes en su mayoría estaban más interesados en su reputación y posición que en Dios. Mediante la ayuda del Espíritu Santo (Mar 13:11), Pedro habló con denuedo delante del concilio, sometiéndolo a juicio, demostrando que el que crucificaron había resucitado. En lugar de estar a la defensiva, los apóstoles estuvieron a la ofensiva, hablando con denuedo de Dios y presentando el evangelio a estos líderes.

4.11 La cabeza del ángulo une dos lados de un arca y los mantiene juntos. Pedro dice que los judíos rechazaron a Jesús, pero ahora Cristo ha venido a ser cabeza del ángulo de la Iglesia (Psa 118:22; Mar 12:10; 1Pe 2:7). Sin El no habría Iglesia, porque no podría sostenerse.

4.12 Muchas personas reaccionan negativamente al hecho de que no hay otro nombre en que podamos obtener salvación. Esto no lo decidió la Iglesia, es una enseñanza específica de Jesús mismo (Joh 14:6). Si Dios designa a Jesús como el Salvador del mundo, ningún otro puede ser su igual. Los cristianos tienen que tener una mentalidad abierta a diferentes aspectos, pero no en cómo somos salvos del pecado. Ningún otro maestro religioso pudo morir por los pecados del género humano; ningún otro maestro religioso vino a la tierra como el Hijo unigénito de Dios; ningún otro resucitó de la muerte. Nuestro enfoque debe estar en Jesús, a quien Dios ofreció como el camino para tener una relación eterna con El mismo. ¡No hay otro nombre ni camino!

4.13 El concilio sabía que Pedro y Juan carecían de estudios y estaban sorprendidos de lo que Jesús hizo por ellos. Una vida cambiada convence a la gente del poder de Cristo. Uno de sus más grandes testimonios es la diferencia que otros ven en su vida y acciones desde que aceptó a Cristo.

4.13-18 A pesar de que la evidencia fue abrumadora e irrefutable (vidas cambiadas y un hombre sanado), los líderes religiosos rechazaron creer en Cristo y trataron de ocultar la verdad. No se sorprenda si algunos rechazan su posición de testigo de Cristo. Cuando las mentes se cierran, ni siquiera la más clara presentación logra abrirlas. Tampoco se dé por vencido. Ore por ellos y continúe difundiendo el evangelio.

4.20 Algunas veces tememos predicar de nuestra fe en Dios porque la gente se puede sentir incómoda y no estar de acuerdo con nosotros. Pero el celo de Pedro y Juan por el Señor era tan fuerte que no podían mantenerse callados, aun cuando estaban bajo amenaza. Si su determinación para testificar de Dios se ha debilitado, ore que Dios le dé denuedo. Recuerde la promesa de Jesús: "A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos" (Mat 10:32).

4.24-30 Note cómo oraban los creyentes. Primero alababan a Dios, luego le presentaban su problema específico y pedían su ayuda. No le pedían que quitara el problema, sino ayuda para enfrentarlo. Este es un modelo para nosotros que debemos seguir al orar. Podemos pedir a Dios que quite nuestros problemas y El podría hacerlo, pero debemos reconocer que a menudo El va a dejar el problema en su lugar y nos dará la gracia para enfrentarlo.

4.27 Este fue Herodes Antipas, elegido por los romanos para gobernar sobre el territorio de Galilea. Si desea más información sobre Herodes, véase su perfil en Marcos 6. Poncio Pilato fue gobernador romano de Judea. Presionado por la multitud sentenció a Jesús a muerte. Si desea más información sobre Pilato, véase su perfil en Marcos 15.

4.28 Dios es soberano sobre todos los acontecimientos de la historia para cumplir sus propósitos. Lo que El determine, eso ocurrirá. No existe armamento, gobernador ni concilio que logre entorpecer los caminos de Dios.

4.29-31 El denuedo no es un impulso precipitado. El denuedo requiere valor para avanzar a través de nuestros temores y hacer lo que sabemos que es bueno. ¿De qué manera tenemos más denuedo? Como los discípulos, necesitamos orar con otros pidiendo ese valor. Para obtener denuedo, puede: (1) orar por el poder del Espíritu Santo para que le dé valor, (2) buscar oportunidades en su familia y vecindario para hablar de Cristo, (3) tomar en cuenta que el rechazo, descontento social y la vergüenza no son necesariamente persecución, y (4) empezar donde se encuentre siendo audaz ante pequeñas circunstancias.

4.32 Las diferencias de opinión son inevitables entre las personalidades humanas y pueden ser de ayuda si sabe controlarlas bien. Pero la unidad espiritual es esencial: lealtad, entrega, amor a Dios y a su Palabra. Sin la unidad espiritual, la Iglesia no sobreviviría. Pablo escribió la epístola de 1 Corintios para instar a la iglesia en Corinto hacia una mayor unidad.

4.32 Ninguno de estos cristianos sintió que lo que tenían les pertenecía, por lo que fueron capaces de dar y compartir, eliminando la pobreza entre ellos. No dejarían que un hermano sufriera cuando ellos mismos tenían más de lo necesario. ¿Cómo se siente usted en relación a sus pertenencias o posesiones? Debemos adoptar la actitud de que todo lo que tenemos viene de Dios y solo compartimos lo que ya es de El.

4.32-35 La iglesia primitiva tuvo la capacidad de compartir posesiones y propiedades como resultado de la unidad que les dio el Espíritu Santo, obrando en las vidas de los creyentes y por medio de ellos. Esto es diferente al comunismo porque: (1) fue algo voluntario; (2) no involucró todas las propiedades privadas, sino solo lo que se necesitaba; (3) no fue un requisito para ser miembro de la iglesia. La unidad espiritual y generosidad de estos primeros creyentes atrajo a otros. Esta forma de organización no es un mandato bíblico, pero sí ofrece principios vitales que podemos seguir.

4.36 Bernabé (José) era un respetado líder de la iglesia. Levita de nacimiento, miembro de la tribu judía que cumplía deberes en el templo. Pero su familia se mudó a Chipre, de ahí que no servía en el templo. Viajó con Pablo en su primer viaje misionero (13.1ss). Si desea más información acerca de Bernabé, véase su perfil en el capítulo 13.









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