- Los juicios de Jehová y la futura prosperidad de Sion
66.1 Incluso el bello templo de Jerusalén era lamentablemente inadecuado para un Dios que está presente en todas partes. A Dios no se le puede confinar a ninguna estructura humana (véanse 2Ch 6:18; Act 7:49-50). Este capítulo es una culminación conveniente del libro. Dios levantará al humilde, juzgará a todas las personas, destruirá al malvado, reunirá a todos los creyentes y establecerá un nuevo cielo y una nueva tierra. Permita usted que esta esperanza lo aliente cada día.
66.2, 3 Estos versículos clave resumen el mensaje de Isaías. Se contrastan dos formas de vida: la de los humildes que reverencian profundamente los mensajes de Dios y su aplicación a la vida, y la de quienes deciden sus propios caminos. Los sacrificios del arrogante eran solo obediencia externa. En sus corazones eran asesinos, pervertidos e idólatras. Dios muestra misericordia al humilde, pero maldice al soberbio y autosuficiente (véase Luk 1:51-53). Nuestra sociedad nos insta a ser enérgicos y a apoyarnos en nosotros mismos. Necesitamos tener cuidado de que la libertad y el libre albedrío no nos desvíen del camino de Dios de vida eterna.
66.7-9 Dios no dejará incompleta su obra de restauración nacional. En esta imagen de nacimiento, Dios muestra que cumplirá lo prometido. Es tan inevitable como el nacimiento de un bebé. Cuando todo ese dolor termina, comienza el gozo.
66.15-17 Esta es una descripción vívida del gran juicio que acontecerá en la Segunda Venida de Cristo (2Th 1:7-9).
66.19 El pueblo de Dios saldrá como misionero a todas partes del mundo: Tarsis (España), Fut (Libia), en Africa del norte, Lud en el oeste de Asia Menor, Tubal en el noreste de Asia Menor y a Javán (Grecia).
66.22-24 Isaías concluye este libro con un gran drama. Para los infieles hay una seria descripción de juicio. Para los fieles hay una descripción gloriosa de una abundante recompensa: "Así permanecerá delante vuestra descendencia y vuestro nombre". El contraste es tan estremecedor que pareciera que todos querrían ser seguidores de Dios. Sin embargo, a menudo somos igual de rebeldes, necios y recelosos al cambio como lo eran los israelitas. Somos tan negligentes como ellos en alimentar a los pobres, en trabajar por la justicia y en obedecer la Palabra de Dios. Asegúrese de que está entre los que serán ricamente bendecidos.
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