martes, 17 de mayo de 2022

ISAIAS 39

  •  Ezequías recibe a los enviados de Babilonia

(2 R. 20.12–19;  2 Cr. 32.27–31) 


ISAIAS 39





39.1ss Merodac-baladán, un príncipe babilonio, planeaba una revuelta contra Asiria y estaba formando una alianza. Quizás esperaba convencer a Ezequías para que se uniera a esta alianza contra Asiria. Ezequías, al sentirse honrado por su atención y tal vez porque le agradaba un poco la propuesta, mostró a los mensajeros babilonios sus bienes. Sin embargo, Isaías le advirtió que no confiara en Babilonia. Algún día se volvería en contra de Judá y devorarían la riqueza de Jerusalén.
39.4-7 ¿Qué tenía de malo mostrarle todo a los babilonios? Ezequías no pudo ver que los babilonios se convertirían en su siguiente amenaza y ellos, no los asirios, conquistarían su ciudad. Cuando Isaías le dijo que Babilonia algún día se llevaría todo, fue una profecía sorprendente debido a que Babilonia luchaba por liberarse de Asiria. La exhibición ególatra de Ezequías de su riqueza terrenal trajo sus propias consecuencias (2 Reyes 25; Dan 1:1-2). Su respuesta (Dan 39:8) pudo parecer un poco descarada, pero solo expresaba gratitud por la bendición de Dios de que la paz reinaría durante el curso de su vida y que su juicio no fuera más severo.

39.8 Ezequías, uno de los reyes más fieles de Judá, trabajó duro a lo largo de su reinado para erradicar la idolatría y purificar la adoración del Dios verdadero en el templo de Jerusalén. No obstante, sabía que su reino no era puro. Corrientes ocultas poderosas del mal invitaban a la destrucción y solo las intervenciones milagrosas de Dios preservaron a Judá de sus enemigos. Aquí Ezequías expresó su gratitud porque Dios preservaría la paz durante su reinado. En cuanto Ezequías murió, se desató el mal bajo el liderazgo de Manasés, su hijo, quien reconstruyó los centros de idolatría que su padre destruyó.


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