viernes, 22 de abril de 2022

1REYES 17

Elías predice la sequía

Elías y la viuda de Sarepta


1REYES 17





17.1 Elías fue uno de los primeros de una larga línea de profetas importantes que Dios envió tanto a Israel como a Judá. Israel, el reino del norte, no tuvo reyes fieles a lo largo de su historia. Cada uno de los reyes fue malvado, y llevaron al pueblo a la adoración de dioses paganos. Quedaban ya muy pocos sacerdotes de la tribu de Leví, la mayoría se habían ido a Judá, y los sacerdotes designados por los reyes de Israel eran corruptos e ineficaces. Debido a que no había algún rey o sacerdote que llevara la Palabra de Dios al pueblo, Dios llamó profetas para que trataran de rescatar a Israel de su decadencia moral y espiritual. Durante los siguientes trescientos años, estos hombres y mujeres jugarían un papel vital en ambas naciones, al alentar al pueblo y a los líderes a que regresaran a Dios.
17.1 Aquellos que adoraban a Baal creían que era el dios que traía las lluvias y las cosechas abundantes. Así que, cuando Elías entró a la presencia de este rey que adoraba a Baal, y le dijo que no habría lluvia durante varios años, Acab se quedó consternado. Acab había construido una fuerte defensa militar, pero esta no ayudaría en nada durante la sequía. Tenía muchos sacerdotes de Baal, pero no podían hacer llover. Elías confrontó con valor al hombre que había llevado el pueblo al mal, y le habló de un poder mayor que cualquier dios pagano: el Señor, Dios de Israel. Cuando la rebelión y la herejía estaban en pleno apogeo en Israel, Dios respondió no solo con palabras sino con acciones.

17.10ss En una nación en la que la ley requería que se cuidara a sus profetas, es irónico que Dios se valió de cuervos (pájaros inmundos) y de una viuda (una extranjera del territorio natal de Jezabel) para cuidar de Elías. Dios tiene ayuda donde menos la esperamos. Nos bendice de formas que van más allá de nuestras pobres definiciones o expectativas. No importa cuán amargas puedan ser nuestras pruebas o cuán desesperanzada parezca nuestra situación, debemos buscar la mano generosa de Dios. ¡Podremos encontrar su providencia en algunos lugares extraños!

17.13-16 Cuando la viuda de Sarepta se encontró con Elías, ella pensó que estaba preparando su última comida. Pero un simple acto de fe produjo un milagro. Ella confió en Elías y le dio todo lo que le quedaba para comer. La fe es el paso entre la promesa y la seguridad. Los milagros parecen tan fuera de nuestro alcance debido a nuestra fe débil. Pero todo milagro, pequeño o grande, comienza con un acto de obediencia. Quizá no veamos la solución hasta que demos el primer paso de fe.

17.17 Aun cuando Dios ha obrado un milagro en nuestras vidas, nuestros problemas pueden no haberse acabado. El hambre es una experiencia terrible, pero lo peor estaba por venir. La provisión de Dios nunca se nos da para que podamos descansar en ella. Debemos depender de El tan pronto como surja una nueva prueba.


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