domingo, 2 de enero de 2022

JESÚS ES NUESTRO REY


 


El punto principal de Hebreos es que Jesús es el Gobernante, quien esta

sentado a la diestra del Padre (Heb. 8:1). Como Dios, Jesús siempre ha sido el

Gobernante del Universo. Pero, cuando Adán y Eva pecaron, Satanás se convirtió

en el gobernante de este mundo (Juan 12:31; 14:30; 16:11). Sin embargo, Jesús

vino y derroto a Satanás en la Cruz, con lo que recupero el derecho de gobernar

a quienes lo aceptan como su Salvador (Col. 2:13-15).

Los dos primeros capítulos de Hebreos se enfocan especialmente en la investidura

de Jesús como Rey.

Lee Hebreos 1:5 al 14. ¿Qué está sucediendo aquí?

Estos versículos se organizan en tres partes. Cada parte presenta un aspecto

de la ceremonia de entronización del Hijo. En primer lugar, Dios adopta a Jesús

como su Hijo real (Heb. 1:5). En segundo lugar, Dios presenta al Hijo ante la corte

celestial, que lo adora (Heb. 1:6, 8) mientras el Señor proclama el gobierno eterno

del Hijo (Heb. 1:8-12). En tercer lugar, Dios entroniza al Hijo: el otorgamiento del

poder en si (Heb. 1:13, 14).

Una de las creencias más importantes del Nuevo Testamento es que en Jesús

Dios cumplido sus promesas a David (ver 2 Sam. 7:8–16; Luc. 1:30–33). Jesús nacido

del linaje de David en la ciudad de David (Mat. 1:1-16; Luc. 2:10, 11). Durante su

ministerio, la gente a menudo lo llamaba “hijo de David”. Fue ejecutado bajo la

acusación de pretender ser “EL REY DE LOS JUDIOS” (Mat. 27:37). Pedro y Pablo

predicaron que Jesús había resucitado de la muerte en cumplimiento de las promesas

hechas a David (Hech. 2:22–36; 13:22–37). Y en el Apocalipsis se identifico

a Jesús como “el León de la tribu de Juda” (Apoc. 5:5).

Hebreos, por supuesto, concuerda. Dios cumplido en Jesús las promesas hechas

a David: Dios le dio un nombre “excelente” (Heb. 1:4), lo adopto como a su

propio Hijo (Heb. 1:5), estableció su trono para siempre (Heb. 1:8, 12) y lo sentó

a su “diestra” (Heb. 1:13, 14). Además, de acuerdo con Hebreos 4, Jesús guía al

pueblo al reposo de Dios y nos recuerda que Jesús es el constructor de la casa

de Dios (Heb. 3:3, 4).

Jesús, entonces, es el Gobernante legitimo inmerso en una guerra contra

Satanás, el usurpador, por nuestra lealtad.

¿Cómo podemos consolarnos –especialmente en medio de las pruebas– al saber

que Jesús es el Gobernante del Universo?

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