domingo, 5 de diciembre de 2021

EFESIOS 4

  • La unidad del Espíritu
  • La nueva vida en Cristo





4.1, 2 Dios nos ha escogido para ser los representantes de Cristo en la tierra. A la luz de esta verdad, Pablo nos desafía a tener vidas dignas al llamado que hemos recibido, el maravilloso privilegio de ser llamados propiedad de Cristo. Esto incluye ser humilde, gentil, paciente, comprensivo y pacificador. La gente observa su vida. ¿Pueden ver a Cristo en usted? ¿Qué tan bien cumple como representante?

4.1-6 Pablo dice que somos parte de un solo cuerpo. La unidad no aparece por sí sola, hay que trabajar para lograrla. Muchas veces las diferencias que existen entre las personas, pueden conducir a la división; esto no necesariamente tiene que ser así en la iglesia. En lugar de concentrarnos en lo que nos divide, debiéramos recordar qué nos une: ¡un cuerpo, un Espíritu, una misma esperanza, un Señor, una fe, un bautismo, un Dios! ¿Sabe apreciar las personas diferentes a usted? ¿Es capaz de ver cómo los dones y puntos de vista distintos pueden contribuir a que la iglesia cumpla con la obra de Dios? Aprenda a disfrutar cómo los miembros del cuerpo de Cristo nos complementamos unos a otros (véase 1Co 12:12-13 para ampliar estos pensamientos).

4.2 Nadie logrará ser perfecto aquí en la tierra, por lo tanto debemos aceptar y amar a otros cristianos a pesar de sus faltas. Cuando vemos errores en otros creyentes, debiéramos actuar con paciencia y amabilidad. ¿Le incomoda las acciones de alguien o su personalidad? En lugar de detenerse en las debilidades o buscar errores de dicha persona, ore por ella. Luego haga algo más, pasen tiempo juntos y vea si usted puede lograr ser de su agrado.

4.3 Guardar la unidad es una de las funciones importantes del Espíritu Santo. El guía, pero debemos estar dispuestos a que nos guíe. Lo hacemos al poner nuestra mira en Dios y no en nosotros mismos. Si desea más información acerca de quién es el Espíritu Santo y lo que hace, véanse las notas a Joh 3:6; Act 1:5 y Eph 1:13-14.

4.4-7 Todos los creyentes en Cristo pertenecen a un solo cuerpo, todos se han unido bajo la misma cabeza, que es Cristo mismo (véase 1Co 12:12-26). Dios otorgó a cada creyente habilidades que pueden fortalecer todo el cuerpo. Su habilidad especial pudiera parecerle pequeña o grande, pero está en usted para usarla en el servicio de Dios. Pida a Dios que use sus dones para contribuir al fortalecimiento y la salud del cuerpo de creyentes.

4.6 Dios está sobre todos nosotros, esto muestra su cuidado de gobernante (transcendencia). El está por todos, y en todos, esto muestra su presencia activa en el mundo y en las vidas de los creyentes (inmanencia). Cualquier visión de Dios que viole su transcendencia o su inmanencia no es una imagen real de El.

4.8 El Psa 68:18, muestra a Dios como un conquistador que marcha y obtiene tributos de la ciudad vencida. Pablo usa esa figura para enseñar que Cristo, en su crucifixión y resurrección, obtuvo la victoria sobre Satanás. Cuando ascendió al cielo, dio dones a la Iglesia, algunos de los cuales detalla en 4.11-13.

4.9 "Las partes más bajas de la tierra" pueden ser: (1) la tierra en sí misma (baja en comparación al cielo), (2) la tumba, o (3) el Hades (que para muchos creyentes es el lugar de descanso de las almas entre la muerte y la resurrección). Cualquiera que sea la interpretación que usted le dé, no cambia el hecho de que Cristo es el Señor de todo el universo, presente, pasado y futuro. Nada ni nadie está oculto de El. El Señor de todo vino a la tierra y aceptó la muerte para rescatar a todos. Nadie está fuera de su alcance.

4.11, 12 Nuestra unidad con Cristo no destruye nuestra individualidad. El Espíritu Santo ha dado a cada cristiano dones especiales para edificar la Iglesia. Ahora que los tenemos es crucial usarlos. ¿Tiene la madurez suficiente para ejercitar los dones que Dios le ha dado? Si sabe cuáles son sus dones, busque oportunidades para servirle. Si no lo sabe, pida a Dios que se los muestre, quizá mediante sus ministros o amigos cristianos. Luego, a medida que empiece a reconocer su campo de servicio especial, use sus dones para fortalecer y alentar a la iglesia.

4.12 Dios ha dado a su Iglesia una enorme responsabilidad: hacer discípulos en todas las naciones (Mat 28:18-20). Involucra predicar, enseñar, sanar, nutrir, dar, administrar, edificar y muchas tareas más. Si tuviéramos que cumplir este mandato como individuos, podríamos rendirnos aun antes de intentarlo, sería tarea imposible. Pero Dios nos ha llamado a ser miembros de su cuerpo. Algunos podemos cumplir con una tarea, otros harán otra. Juntos podemos obedecerle mejor de lo que lo haríamos en forma individual. Trabajando juntos, como el cuerpo de Cristo, podemos expresar la plenitud de El (véase la nota en 3.19).

4.14-16 Cristo es la Verdad (Joh 14:6) y el Espíritu Santo que guía a la Iglesia es el Espíritu de verdad (Joh 16:13). Satanás, por el contrario, es el padre de mentira (Joh 8:44). Como seguidores de Cristo, debemos dedicarnos a la verdad. Esto significa que nuestras palabras serán sinceras como también nuestras acciones reflejarán la integridad de Cristo. Seguir la verdad en amor no siempre es fácil, conveniente ni placentero, pero es necesario si la Iglesia va a cumplir con la obra de Cristo en el mundo.

4.15, 16 Algunos cristianos temen que cualquier error destruya su testimonio por el Señor. Ven su propia debilidad y saben que muchos incrédulos parecen tener un carácter más fuerte del que en realidad tienen. ¿Cómo crecemos en Cristo? La respuesta es que El nos forma en un cuerpo, en un grupo de individuos unidos en su propósito y en su amor unos por otros y por Cristo. Si uno de ellos tambalea, el resto está allí para apoyarlo y ayudarle a caminar con su Señor otra vez. Si otro peca, puede hallar restauración mediante la iglesia (Gal 6:1), al mismo tiempo que esta continúa testificando la verdad de Dios. Como miembro del cuerpo de Cristo, ¿refleja usted parte del carácter de Cristo y lleva a cabo su función especial en la obra?

4.17 Vivir en "la vanidad de su mente" se refiere a la tendencia natural y humana de pensar sus caminos lejos de Dios. El orgullo intelectual, la racionalización y las excusas alejan a la gente de Dios. No se sorprenda si las personas no aceptan el evangelio. El evangelio parecerá locura a quienes abandonan la fe y se apoyan en su propio entendimiento.

4.17-24 La gente debiera poder ver una diferencia entre los cristianos y los que no lo son por la forma de vivir de los primeros. Ahora vivimos como hijos de luz (5.8). Pablo dice a los efesios que deben dejar la vida pasada de pecado, ahora que son seguidores de Cristo. La vida cristiana es un proceso. Aunque tenemos una nueva naturaleza, no adquirimos automáticamente todos los pensamientos y las actitudes buenas cuando nos convertimos en nuevas personas en Cristo. Pero si nos mantenemos atentos a Dios, siempre estaremos cambiando. ¿Nota un proceso de cambio para mejorar pensamientos, actitudes y acciones en comparación con los años pasados? A pesar de que el cambio puede ser lento, ocurrirá de todas maneras si confía en que Dios le cambiará. Si desea más información acerca de nuestra nueva naturaleza como creyentes, véanse Rom 6:6; Rom 8:9; Gal 5:16-26; Col 3:3-8.

4.22-24 Nuestra vieja manera de vivir, la que teníamos antes de que creyéramos en Cristo, es cosa del pasado. Debemos dejarla atrás como ropa vieja que necesita desecharse. Esto es tanto una decisión que hacemos para toda la vida cuando decidimos aceptar el regalo de salvación que Cristo nos da (2.8-10), como un compromiso consciente diario. No andamos por impulsos ni deseos. Debemos ubicarnos en nuestro nuevo papel, apuntar en la nueva dirección y apropiarnos de la nueva línea de pensamiento que el Espíritu Santo nos da.

4.25 Mentirle a otro quebranta la unidad, crea conflicto y destruye la confianza. Rompe las relaciones y conduce a una guerra abierta en la iglesia.

4.26, 27 La Biblia no nos dice que debemos evitar sentir enojo, pero sí destaca que debemos saber controlarlo apropiadamente. Si somos descuidados al hablar, el enojo herirá a otros y destruirá las relaciones. Si las guardamos, motivará amargura y nos destruirá por dentro. Pablo nos dice que debemos enfrentar nuestro enojo de inmediato, de modo que edifique relaciones antes que las destruya. Si alimentamos nuestro enojo, daremos a Satanás la oportunidad para dividirnos. ¿Está molesto con alguien en este momento? ¿Qué puede hacer para resolver las diferencias? No deje que termine el día antes de que empiece a hacer algo para solucionar el conflicto y salvar su relación.

4.28-32 Podemos contristar al Espíritu Santo por la forma en que vivimos. Pablo nos amonesta en contra del lenguaje vulgar, sin sentido, uso inapropiado del lenguaje, amargura, palabras torpes y actitudes impropias contra otros. En cambio, debiéramos perdonar, así como Dios lo hizo con nosotros. ¿Lastima o agrada a Dios con sus actitudes y acciones? Actúe en amor con sus hermanos en Cristo en la forma que Dios lo hizo al enviar a su Hijo para morir por sus pecados.

4.30 El Espíritu de Dios en nosotros es un sello de que le pertenecemos. Si desea más información, véase la nota a 1.13, 14.

4.32 Esta es ley de Cristo relacionada con el perdón tal como se enseña en los Evangelios (Mat 6:14-15; Mat 18:35; Mar 11:25). También la hallamos en la oración del Señor: "Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores". Dios no nos perdona porque perdonamos a otros, sino por su gran misericordia. Al entender su misericordia, sin embargo, anhelaremos ser como El. Ya que hemos sido perdonados, actuaremos de igual modo con otros. Los que no están dispuestos a perdonar no llegan a ser uno con Cristo. El estuvo dispuesto a perdonar aun a los que lo crucificaron (Luk 23:34).

LA UNIDAD DE TODOS LOS CREYENTES
Los creyentes son uno en: Nuestra unidad se experimenta en:
Cuerpo La comunión de los creyentes: la Iglesia
Espíritu El Espíritu Santo que activa la comunión
Esperanza Ese futuro glorioso al que somos llamados
Señor Cristo, al que todos pertenecemos
Fe Nuestra entrega única a Cristo
Bautismo Bautismo: simboliza la entrada a la Iglesia
Dios Dios, nuestro Padre, nos guarda por la eternidad

A menudo los creyentes se dividen debido a diferencias doctrinales mínimas. Pero Pablo aquí muestra los aspectos en los que los cristianos deben estar de acuerdo para lograr la verdadera unidad. Cuando los cristianos tienen esta unidad de Espíritu, las pequeñas diferencias no deberán disolverla.


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