martes, 16 de noviembre de 2021

ROMANOS 4

  • El ejemplo de Abraham
  • La promesa realizada mediante la fe








4.1-3 Los judíos se sentían orgullosos de llamarse hijos de Abraham. Pablo mencionó a Abraham como un buen ejemplo de alguien salvo por fe. Para recalcar la fe, Pablo no dice que las leyes de Dios sean menos importantes (4.13), pero es imposible ser salvos simplemente por obedecerlas. Si desea más información acerca de Abraham, véase su perfil en Génesis 18.

4.4 Este versículo significa que si una persona pudiera ganarse el favor de Dios siendo buena, la concesión de este regalo no sería voluntaria, sino obligatoria. La autoconfianza en este sentido es vana: todo lo que podemos hacer es cobijarnos con la misericordia y la gracia de Dios.

4.5 Cuando algunas personas se enteran de que Dios nos salva mediante la fe, empiezan a inquietarse. "¿Tengo suficiente fe?", se preguntan. "¿Es mi fe suficientemente sólida para salvarme?" Están confundidas. Jesucristo es el que nos salva, no nuestros sentimientos ni nuestras obras. Por débil que sea nuestra fe, El es suficiente para salvarnos. Jesús nos ofrece la salvación gratuitamente porque nos ama, no porque la hayamos ganado mediante una fe poderosa. ¿Cuál es entonces el papel de la fe? Fe es creer y confiar en Jesucristo y aceptar el don maravilloso de la salvación.

4.6-8 ¿Qué hacemos con la culpa? El rey David cometió pecados terribles: adulterio, homicidio, mentiras, y aun así experimentó el gozo del perdón. Nosotros también podemos experimentarlo cuando: (1) dejamos de negar nuestra culpabilidad y reconocemos que hemos pecado, (2) reconocemos nuestra culpa ante Dios y pedimos su perdón, y (3) desechamos la culpa y creemos que Dios nos ha perdonado. Esto puede ser difícil, sobre todo cuando el pecado ha echado raíces y se ha enraizado por años, cuando es muy serio o cuando involucra a otro. Debemos recordar que Jesús quiere y está dispuesto a perdonar todos los pecados. Si tomamos en cuenta el alto precio que El pagó en la cruz, es arrogancia pensar que algún pecado nuestro sea demasiado grande para que El lo perdone. Aunque nuestra fe sea débil, nuestra conciencia sea sensible y los recuerdos nos atormenten, la Palabra de Dios declara que pecado confesado es pecado perdonado (1Jo 1:9).

4.10 La circuncisión era una señal externa de que los judíos eran el pueblo escogido de Dios. La circuncisión de todos los niños judíos marcaba su separación de las naciones que adoraban a todo tipo de dioses. Era una ceremonia muy importante. Dios bendijo y le ordenó esta ceremonia a Abraham (Gen 17:9-14).

4.10-12 Los ritos no le aportaron recompensa alguna a Abraham, Dios le bendijo antes de implementarse la ceremonia de la circuncisión. Abraham halló el favor de Dios por la fe solamente, antes de ser circuncidado. Gen 12:1-4 nos relata que Dios llamó a Abraham a los setenta y cinco años de edad; la ceremonia de la circuncisión comenzó cuando tenía noventa y nueve (Gen 17:1-14). Las ceremonias y rituales sirven de recordatorio de nuestra fe e instruyen a los nuevos y jóvenes creyentes. No debiéramos pensar que nos conceden algún mérito especial delante de Dios. Son señales externas de un cambio interno de corazón y actitud. El centro de nuestra fe debe ser Cristo y su obra salvadora, no las obras nuestras.

4.16 Pablo explica que Abraham agradó a Dios solo por la fe, cuando ni siquiera había oído de los rituales que serían tan importantes para el pueblo judío. Nuestra salvación es solo por fe. No es por amar a Dios ni hacer buenas obras. No es por fe más amor, ni tampoco por fe más las buenas obras. Somos salvos solo mediante la fe en Cristo, confiados en que El nos perdona todos nuestros pecados. Si desea más información acerca de Abraham, véase su perfil en Génesis 17.

4.17 La promesa (o pacto) que Dios le dio a Abraham afirmaba que sería padre de muchas naciones (Gen 17:2-4) y que todo el mundo recibiría bendición a través de él (Gen 12:3). Esta promesa se cumplió en Jesucristo. Jesús era de la descendencia de Abraham y en verdad el mundo entero recibió bendición mediante El.

4.21 Abraham nunca dudó de que Dios cumpliría su promesa. Su vida estuvo marcada con errores, pecados y fallas así como con sabiduría y bondad, pero siempre confió en Dios. Su vida es un ejemplo de fe en acción. Si hubiera puesto los ojos en sus recursos para sojuzgar Canaán y fundar una nación, hubiera caído en la desesperación. Pero puso sus ojos en Dios, le obedeció y esperó a que El cumpliera su palabra.

4.25 Cuando creemos, ocurre un cambio. Damos a Cristo nuestros pecados y El nos da justicia y perdón (véase 2Co 5:21). No hay nada que podamos hacer para ganarlo. Solo a través de Cristo recibimos la justicia de Dios. ¡Qué oferta más increíble para nosotros! Muchos aún no la toman en cuenta y siguen "disfrutando" su pecado.






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