viernes, 19 de noviembre de 2021

ROMANOS 12

  1. Deberes cristianos








12.1 Cuando se sacrificaba un animal de acuerdo a la Ley de Dios, el sacerdote daba muerte al animal, lo cortaba en pedazos y lo ponía sobre el altar. El sacrificio era importante, pero aun en el Antiguo Testamento Dios aclara que la obediencia de corazón es mucho más importante (véanse 1Sa 15:22; Psa 40:8; Amo 5:21-24). Dios desea que nos ofrezcamos a nosotros mismos en sacrificio vivo, no animales. Cada día debemos echar a un lado nuestros deseos y seguirle, poniendo todas nuestras energías y recursos a su disposición y confiando en su dirección. Lo hacemos en gratitud porque nuestros pecados han sido perdonados.

12.1, 2 Dios tiene planes buenos, agradables y perfectos para sus hijos. El quiere transformarnos en un pueblo con una mente renovada, vivos para honrarle y obedecerle. Debido a que El solo quiere lo mejor para nosotros y por haber dado a su Hijo para que tengamos vida nueva, deberíamos ofrecernos con gozo en sacrificio vivo para su servicio.

12.2 Los cristianos tenemos este llamado: "No os conforméis a este siglo". No hemos de estar conformes con la conducta y costumbres de este mundo, que por lo general son egocéntricas y a menudo corruptas. Muchos cristianos dicen sabiamente que la conducta mundana se extralimita demasiado. Nuestro rechazo a formar parte del mundo, sin embargo, debe ir más allá del nivel de conducta y costumbres. Debe estar firmemente arraigado en nuestras mentes: "Transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento". Es posible evitar muchas de las costumbres mundanas sin dejar de ser orgullosos, codiciosos, egoístas, obstinados y arrogantes. Solo cuando el Espíritu Santo renueva, reeduca y reorienta nuestra mente somos en verdad transformados (véase 8.5).

12.3 Es importante tener una buena autoestima porque algunos nos tenemos muy en poco; por otro lado, algunos nos sobreestimamos. La clave de una evaluación honesta y fiel es conocer las bases de nuestra valía: nuestra nueva identidad en Cristo. Separados de El, no somos muy competentes según las normas eternas. En El, somos valiosos y capaces de un servicio digno. Cuando uno se evalúa con las normas mundanas del logros y el éxito puede dar demasiada importancia al valor que tiene ante los ojos de los demás y perder su verdadero valor ante los ojos de Dios.

12.4, 5 Pablo usa el concepto del cuerpo humano para enseñar cómo los cristianos deben vivir y trabajar juntos. Así como las diferentes partes del cuerpo actúan bajo la dirección del cerebro, los cristianos deben hacerlo bajo la autoridad y mandato de Jesucristo (véanse 1Co 12:12-31; Eph 4:1-16).

12.4-8 Dios nos ha dado dones a fin de que podamos edificar la iglesia. Para usarlos con eficacia, debemos: (1) tener en cuenta que todos los dones y habilidades vienen de Dios; (2) comprender que no todos tienen el mismo don; (3) saber quiénes somos y qué hacemos mejor; (4) dedicar nuestros dones al servicio de Dios y no a nuestro éxito personal; (5) estar dispuestos a ponerlos al servicio de Dios con generosidad y sin exclusión.

12.6 Los dones de Dios difieren en naturaleza, poder y eficacia de acuerdo con su sabiduría y gracia, no de acuerdo con nuestra fe. La "medida de fe" (12.3) o la proporción de fe significa que Dios le dará el poder espiritual adecuado y necesario para llevar a cabo cada responsabilidad. No podemos por voluntad o esfuerzo propio producir más fe y llegar a ser maestros o siervos más competentes. Dios es el que da dones a su iglesia y otorga fe y poder de acuerdo con su voluntad. Nuestra función es ser fieles y buscar la manera de servir a otros con lo que Cristo nos ha dado.

12.6 El don de profecía en las Escrituras no significa siempre predecir el futuro. A menudo denota predicar el mensaje de Dios (1Co 14:1-3).

12.6-8 Mire esta lista de dones e imagine los tipos de personas que podrían poseerlos. Los profetas poseen, por lo general, denuedo y oratoria. Los que sirven (los que ministran) son fieles y leales. Los que enseñan son pensadores claros. Los que exhortan saben cómo motivar a otros. Los que reparten son generosos y confiables. Los que presiden son buenos organizadores y directores. Los que tienen misericordia son amorosos y se sienten muy felices cuando dan su tiempo a otros. Sería muy difícil que una sola persona acaparara todos estos dones. Un profeta positivo quizás no sea necesariamente un buen consejero y uno que reparte a lo mejor falla como administrador. Cuanto usted identifica sus dones (y esta lista está lejos de ser completa), pregúntese cómo puede utilizarlos para edificar la familia de Dios. Al mismo tiempo, acepte que sus dones no pueden llevar a cabo todo el trabajo de la iglesia. Sea agradecido con quienes tengan dones diferentes a los suyos. Procure que sus puntos fuertes equilibren las debilidades que otros tengan y agradezca que las habilidades de ellos le ayuden a superar sus deficiencias. Juntos pueden edificar la Iglesia de Cristo.

12.9 La mayoría hemos aprendido a fingir que amamos a los demás. Sabemos cómo hablar con bondad, evitando herir sentimientos y aparentando interés en los demás. Podemos aun fingir que nos llenamos de compasión cuando oímos de las necesidades de otros o de indignación cuando nos enteramos de alguna injusticia. Pero Dios nos llama a sentir el verdadero amor que va más allá de las emociones y conducta superficiales. El amor sincero requiere concentración y esfuerzo. Incluye hacer algo para que otros sean mejores. Demanda tiempo, dinero y participación personal. Ninguna persona tiene los recursos necesarios para amar a toda una comunidad; pero una iglesia, el cuerpo de Cristo en su ciudad, lo puede hacer. Piense en personas que necesitan su amor en acción y considere los medios que usted y los demás miembros pueden usar para unirse y mostrar amor por su comunidad en el nombre de Cristo.

12.10 Podemos honrar a los demás de dos maneras. Una encierra motivos ocultos. Honramos a nuestros jefes a fin de que después nos recompensen, a nuestros empleados para que trabajen más, a los ricos para que contribuyan a nuestra causa, a los poderosos para que utilicen su poder a nuestro favor y no en nuestra contra. La otra manera de Dios encierra amor. Como cristianos, honramos a las personas porque fueron creadas a la imagen de Dios, porque son nuestros hermanos en Cristo, porque estamos agradecidos por la forma en que contribuyen a la edificación del cuerpo de Cristo. ¿Le parece demasiado difícil para su naturaleza competitiva la manera en que Dios honra a los demáss? ¿Por qué no intentar superarnos mutuamente en cuanto a honrar a los demás? ¡Ponga a otros en primer lugar!

12.13 Ofrecer hospitalidad cristiana no es lo mismo que recibir visitas. Cuando se recibe visitas, el foco de atención es la familia anfitriona: el hogar debe estar impecable, los alimentos deben estar bien preparados y abundantes, los de la casa deben parecer descansados y de buen humor. La hospitalidad, en cambio, se concentra en los visitantes. Sus necesidades tienen prioridad: hay que darles un lugar donde estar, alimentos nutritivos, oído atento o aceptación. La hospitalidad puede brindarse en un hogar desordenado. Puede brindarse alrededor de una mesa en la que el plato principal sea una sopa. Hasta puede ser que el anfitrión y los visitantes realicen tareas en conjunto. No tema ofrecer hospitalidad porque está demasiado cansado, ocupado o pobre para atender adecuadamente a los visitantes.

12.17-21 Estos versículos resumen el meollo de la vida cristiana. Si amamos a alguien de la misma manera que Cristo nos ama, estaremos dispuestos a perdonar. Si hemos experimentado la gracia de Dios, anhelaremos que otros también la disfruten. Y recuerde, la gracia es un favor inmerecido. Cuando damos de beber a un enemigo, no excusamos sus errores. Los reconocemos, los perdonamos y amamos a la persona a pesar de sus errores, tal como Cristo lo hizo con nosotros.

12.19-21 En estos días de constantes pleitos e incesantes demandas en busca de derechos legales, el mandato de Pablo suena casi imposible de aceptar. Cuando alguna persona nos hiere profundamente, en lugar de reaccionar como merece, Pablo dice que hay que ser amistoso. ¿Por qué nos dice Pablo que debemos perdonar a nuestros enemigos? (1) El perdón puede romper un ciclo de represalias y guiar a una mutua reconciliación. (2) Puede lograr que el enemigo se avergüence y cambie de conducta. (3) Por contraste, devolver mal por mal nos hiere tanto a nosotros como a nuestro enemigo. Aunque su enemigo nunca se arrepienta, al perdonarlo usted se sentirá libre del gran peso de la amargura.

12.19-21 El perdón incluye tanto actitudes como acción. Si considera difícil que la persona que lo hirió le pida perdón, procure responder con acciones bondadosas. Si es apropiado, dígale que le agradaría mejorar sus relaciones. Bríndele ayuda. Envíele un regalo. Sonríale. Muchas veces descubrirá que las buenas acciones conducen a sentimientos sinceros.

12.20 ¿Qué significa "ascuas de fuego" sobre la cabeza de alguien? Esto quizás se refiera a una tradición egipcia de llevar un recipiente de carbón encendido sobre la cabeza en señal de arrepentimiento público. En alusión a este proverbio, Pablo dice que deberíamos tratar a nuestros enemigos con amabilidad para que se avergüencen y se vuelvan de sus pecados. La mejor manera de eliminar al enemigo es convertirlos en amigos.








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