64.1-6 La apariencia de Dios es tan intensa como un fuego abrasador que consume todo a su paso. Si somos tan impuros, ¿cómo podemos ser salvos? Solo por la misericordia de Dios. Los israelitas experimentaron la gloria de Dios en el monte Sinaí (Exo 19:16-19). Cuando Dios se presentó ante Moisés, hubo truenos, humo y un terremoto. Si Dios se presentara ante nosotros, su gloria nos aplastaría especialmente cuando miráramos nuestros "trapos de inmundicia" (Exo 64:6).
64.6 El pecado nos hace impuros para que no podamos acercarnos más a Dios (6.5; Rom 3:23), más que un mendigo en harapos podría comer a la mesa del rey. Nuestros mejores esfuerzos siguen infectados de pecado. La única esperanza, por lo tanto, es la fe en Jesucristo, quien nos puede limpiar y llevar ante la presencia de Dios (léase Romanos 3).
Este pasaje puede malinterpretarse con mucha facilidad. No significa que Dios nos rechace si vamos a El con fe, ni que El desprecia nuestros esfuerzos para agradarle. Significa que si vamos a Dios demandando su aceptación sobre la base de nuestra "buena" conducta, El señalará que nuestra bondad no es nada comparada con su justicia infinita. Este pasaje va dirigido sobre todo a los impenitentes, no para el verdadero seguidor de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario