viernes, 18 de marzo de 2022

JUECES 11

 JUECES 11





11.1, 2 Jefté, un hijo ilegítimo de Galaad, fue perseguido fuera de la ciudad por sus medios hermanos. Sufrió por la decisión de otra persona y no por algún mal que él hubiera hecho. A pesar del rechazo de sus hermanos, Dios lo usó. Si usted sufre un rechazo injusto, no culpe a los demás ni se desaliente. Recuerde cómo Dios utilizó a Jefté a pesar de las circunstancias injustas y crea que El puede utilizarlo a usted también, aun cuando se sienta rechazado por algunos.

11.3 Circunstancias más allá de su control forzaron a Jefté a separarse de su pueblo y a vivir como paria. Hoy día, tanto creyentes como incrédulos puedan excluir a quienes no encajen en las normas dictadas por nuestra sociedad, vecindarios o iglesias. A menudo, como en el caso de Jefté, se desperdicia un gran potencial debido al prejuicio, un rechazo a mirar más allá de los estereotipos mal concebidos. Mire alrededor de usted y vea si existen Jeftés potenciales que hayan sido mantenidos fuera por factores más allá de su control. Como cristiano usted sabe que todos pueden tener un lugar en la familia de Dios. ¿Hay algo que pueda hacer para ayudar a esta gente a ganarse la aceptación por su carácter y por sus habilidades?

11.11 ¿Qué significa que Jefté haya repetido todas esas palabras ante el Señor? En los tiempos antiguos, los que hacían pactos a menudo los hacían delante de altares de modo que tuviesen como testigos a las deidades. A menudo se depositaba también una copia escrita en el altar. Para Jefté, esta ceremonia parecía más una coronación.

11.14ss Jefté envió mensajeros al rey de Amón para saber por qué los israelitas en la tierra de Galaad estaban siendo atacados (11.12). El rey contestó que Israel le había robado su tierra y que quería recuperarla (11.13).
Jefté envió otro mensaje al rey (11.14-27). En él daba tres argumentos contra el reclamo del rey: (1) En primer lugar, Galaad nunca fue la tierra del rey porque Israel la había tomado de los amorreos, no de los amonitas (11.16-22); (2) Los israelitas debían poseer la tierra que les había dado el Dios de Israel, y los amonitas deberían poseer la tierra que les había dado el dios de Amón; (3) nadie había disputado la posesión de la tierra a Israel desde su conquista trescientos años antes (11.25, 26).
Para mérito de Jefté, este trató de resolver el problema sin derramamiento de sangre. Pero el rey de Amón ignoró su mensaje y preparó sus tropas para la batalla.

11.27 Al paso de los años, Israel tuvo muchos jueces que lo guiaron. Pero Jefté reconoció a Dios como el único Juez verdadero del pueblo, el Unico que realmente los guiaría y ayudaría a conquistar a los enemigos invasores.

11.30, 31 En la ley de Dios, un voto era una promesa hecha a Dios que no debía romperse (Num 30:1-2; Deu 23:21-23). Tenía tanta fuerza como un contrato escrito. Muchas personas hicieron votos en tiempos bíblicos. Algunos, como el de Jefté, fueron bastante tontos.

11.30, 31 Cuando Jefté hizo su voto, ¿se detuvo a considerar que en lugar de una oveja o cabra saldría a recibirlo una persona? Los eruditos están divididos sobre este asunto. Aquellos que creen que Jefté tenía en mente un sacrificio humano emplean los siguientes argumentos: (1) El era de un área donde la religión pagana y el sacrificio humano eran comunes. A sus ojos, pudo no haberle parecido un pecado. (2) Quizá Jefté no estaba familiarizado con la ley religiosa. Quizá ignoraba el mandamiento de Dios acerca de los sacrificios humanos.
Los que creen que Jefté no hablaba de un sacrificio humano apuntan hacia otra evidencia: (1) Como líder del pueblo, Jefté debió estar familiarizado con la ley de Dios; el sacrificio humano estaba absolutamente prohibido (Lev 18:21; Lev 20:1-5). (2) Ningún sacerdote legítimo hubiera ayudado a Jefté a cumplir su voto si el sacrificio era humano.
Sea lo que fuere que Jefté haya tenido en mente cuando hizo el voto, ¿sacrificó o no sacrificó a su hija? Algunos piensan que lo hizo, porque su voto fue hacer un holocausto. Otros piensan que no lo hizo, y ofrecen varias razones: (1) Si la niña tenía que morir, no hubiera pasado sus últimos dos meses en las montañas. (2) Dios no hubiera honrado un voto basado en una práctica malvada. (3) El versículo 39 dice que ella nunca se casó, no que ella haya muerto, dando a entender que fue apartada para el servicio de Dios, y no que fue sacrificada.

11.34, 35 El voto irreflexivo de Jefté le trajo un dolor inenarrable. En el calor de la emoción o de la agitación personal es muy fácil hacer promesas necias a Dios. Estas promesas pueden sonar muy espirituales cuando las hacemos, pero pueden producir sólo frustración y culpabilidad cuando nos vemos forzados a cumplirlas. El hacer "tratos" espirituales sólo nos trae desilusión. Dios no quiere promesas para el futuro, sino obediencia para el día de hoy.


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