lunes, 7 de marzo de 2022

JOSUE 6

  • La toma de Jericó


JOSUE 6





6.1 La ciudad de Jericó, construida miles de años antes de que naciera Josué, era una de las ciudades más antiguas del mundo. En algunas partes tenía muros fortificados que medían hasta 7.50 m de alto y 6 m de ancho. Los soldados que montaban guardia encima de los muros podían observar muchos kilómetros a la redonda. Jericó era un símbolo de poder y fuerza militar, y los cananeos la consideraban invencible.
Israel atacaría esta ciudad primero, y su destrucción haría que cundiera el pánico en Canaán. Los cananeos vieron al Dios de Israel como un dios de la naturaleza porque dividió el Jordán y como un dios de la guerra porque derrotó a Sehón y a Og. Pero los cananeos no lo consideraban un "dios de fortaleza" que podía conquistar una ciudad amurallada. La derrota de Jericó demostró que el Dios de Israel no sólo era superior a los dioses de los cananeos, sino que también era invencible.

6.3-5 ¿Por qué le dio el Señor a Josué todas estas instrucciones complicadas para la batalla? Hay varias respuestas posibles: (1) Dios quería asegurar que fuera claro e innegable que la batalla dependería de El, y no de las armas o destrezas de Israel. Por eso los sacerdotes que llevaban el arca iban delante de los israelitas a la batalla, y no los soldados. (2) El método de Dios de tomar la ciudad aumentó el terror que ya se sentía en Jericó (2.9). (3) Esta extraña maniobra militar fue una prueba de la fe de los israelitas y su disposición a seguir a Dios plenamente. El sonar de las trompetas tenía un significado especial. Ellos habían recibido instrucciones de usar en la batalla las mismas trompetas que usaban en sus festividades religiosas. Esto era para recordarles que su victoria vendría del Señor, no de su poderío militar (Num 10:9).

6.21 ¿Por qué exigió Dios que los israelitas destruyeran a casi todos y todas las cosas en Jericó? Dios estaba aplicando un severo castigo a los cananeos por su maldad. Este juicio, o proscripción, regularmente requería que todo se destruyera (Deu 12:2-3; Deu 13:12-18). A causa de sus costumbres perversas y su gran idolatría, los cananeos constituían una fortaleza de rebelión contra Dios. Era necesario arrancar aquella amenaza a la vida recta que Dios requería. Si no, afectaría a todo Israel como un cáncer (como lo fue en la triste historia del libro de Jueces). Sólo se salvaron unas cuantas personas y algunos artículos en Jericó, pero esto fue un caso especial. Rahab y su casa se salvaron porque tuvo fe en Dios y ayudó a los espías israelitas. Se conservaron la plata, el oro y los artículos de bronce y hierro, no para enriquecer a la gente, sino para embellecer el tabernáculo y los servicios del mismo.
El propósito de Dios en todo esto fue mantener sin contaminación la fe y religión del pueblo. No quería que el botín recordara a Israel las costumbres de los cananeos.
Dios desea la pureza en todos nosotros de igual manera. Quiere que arreglemos nuestra conducta cuando comenzamos una nueva vida con El. No debemos permitir que el deseo de ganancias personales nos distraiga de nuestro propósito espiritual. También debemos rechazar cualquier objeto que nos recuerde una vida de rebelión contra Dios. (Para más información acerca de cómo dispuso Israel del botín, véase la nota a Num 31:25-30.)

6.26 Esta maldición se cumplió en 1Ki 16:34 cuando un hombre llamado Hiel reedificó a Jericó y por lo tanto murieron su primogénito y su hijo menor.


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