jueves, 18 de noviembre de 2021

ROMANOS 9

  • La elección de Israel
  • La justicia que es por fe







9.1-3 Pablo expresa su preocupación por sus "hermanos" judíos al decir que estaría dispuesto a recibir el castigo que a ellos corresponde si esto los salvara. Teniendo en mente que solo Cristo puede salvarnos, Pablo expresa una profundidad de amor rara. Como Jesús, estaba dispuesto a sacrificarse por otros. ¿Cuán preocupado está usted por los que no conocen a Cristo? ¿Está dispuesto a sacrificar tiempo, dinero, energías, comodidades y seguridad a fin de lograr que pongan su fe en Jesús?


9.4 Los judíos del Antiguo Testamento veían la elección de Israel por Dios como una adopción. No merecían ni tenían derechos como hijos naturales. Aun así, Dios los adoptó y les otorgó la condición de hijos suyos.


9.6 Las promesas del maravilloso pacto de Dios fueron para Abraham. Los del pacto, los verdaderos hijos de Abraham, no son solo sus descendientes biológicos, sino también los que confían en Dios y en lo que Cristo hizo por ellos. (Véanse también 2.29, Gal 3:7.)


9.11 Los judíos sentían orgullo de que su linaje viniera de Isaac -cuya madre fue Sara, la esposa legítima de Abraham- y no de Ismael, cuya madre fue Agar, la sirvienta de Sara. Pablo afirma que ninguno puede decir que Dios lo escogió por los méritos de sus antepasados ni por sus buenas obras. La doctrina de la elección enseña que es la soberana opción de Dios salvarnos por su bondad y misericordia, y no por nuestro mérito.


9.12-14 ¿Fue Dios justo al escoger a Jacob, el menor, para que estuviera sobre Esaú? En Mal 1:2-3 la declaración "Y amé a Jacob, y a Esaú aborrecí" se refiere a las naciones de Israel y Edom, más que a los hermanos como individuos. Dios eligió a Jacob para continuar el linaje de los fieles, porque conocía el corazón de Jacob. Pero no excluyó a Esaú en cuanto a conocerlo y amarlo. Tenga en mente el tipo de Dios que adoramos: es soberano, no es arbitrario, obra para nuestro bien en todo, es confiable y salva a todos los que creen en El. Cuando entendemos estas cualidades de Dios, concluimos que sus decisiones son buenas aunque no logremos entender todas sus razones.


9.17, 18 Pablo cita Exo 9:16, donde Dios dijo de antemano cómo usaría a Faraón para declarar el poder del Señor. Usa este argumento para demostrar que salvar era tarea de Dios y no del hombre. Dios castigó el pecado de Faraón endureciéndole el corazón, para confirmar su desobediencia, a fin de que las consecuencias de su rebelión fueran su propio castigo.


9.21 Con esta ilustración, Pablo no dice que algunos somos más valiosos que otros, sino simplemente que el Creador controla todo lo creado. El objeto creado, sin embargo, no tiene el derecho de demandar cosa alguna de su Creador; su existencia depende de El. Al tener en cuenta esta perspectiva, se elimina cualquier tentación de enorgullecernos por logros personales.


9.25, 26 Setecientos años antes del nacimiento de Jesús, Oseas habló de la intención de Dios de restaurar a su pueblo. Pablo aplicó el mensaje de Oseas al propósito de Dios de que los gentiles fueran parte de su familia, después que los judíos rechazaron su plan. El versículo 25 es una alusión a Hos 2:23 y el versículo 26 a Hos 1:10.


9.27-29 Isaías profetizó que solo un número reducido, un remanente, del pueblo original de Dios, los judíos, serían salvos. Pablo vio ocurrir esto en cada ciudad en la que predicaba. A pesar de que iba primero a los judíos, muy pocos aceptaban el mensaje. Los versículos 27 y 28 se basan en Isa 10:22-23 y 9.29 es de Isa 1:9.


9.31-33 Algunas veces somos como estas personas que intentaban guardar la Ley para estar a bien con Dios. Quizás pensemos que basta con asistir a la iglesia, ocuparnos en sus actividades, diezmar y ser buenas personas. Eso es lo que se espera, ¿no? Pero las palabras de Pablo nos sacuden. Pablo explica que el plan de Dios no es para los que tratan de ganar su favor siendo buenos; es para los que creen que nunca serán suficientemente buenos y por lo tanto tienen que depender de Dios. Solo si ponemos nuestra fe en lo que Cristo ha hecho, seremos salvos. Si lo hacemos, "nunca seremos avergonzados" ni defraudados.


9.32 Los judíos tenían una meta loable: honrar a Dios. Sin embargo, optaron equivocadamente por una rígida y dolorosa obediencia a la Ley. Algunos se dedicaron más a la Ley que a Dios. Pensaban que si cumplían con la Ley, Dios tendrían que aceptarlos como su pueblo. Pero uno no puede obligar a Dios. Los judíos no vieron que sus Escrituras, el Antiguo Testamento, enseñaban que la salvación es por la fe y no mediante esfuerzos humanos (véase Gen 15:6).


9.32 La "piedra de tropiezo" era Jesús. Los judíos no creían en El porque no llenaba sus expectativas en cuanto al Mesías. Algunas personas aún consideran a Jesús un tropiezo porque la salvación por la fe no tiene sentido para ellas. Por lo tanto, tratan de trazarse un camino a Dios o esperan que Cristo pase por alto sus defectos. Otros tropiezan con Jesús porque los valores de Cristo son opuestos a los del mundo. El espera humildad y muchos no están dispuestos a humillarse delante de El. Cristo demanda obediencia y muchos rechazan someterse a su autoridad.





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