lunes, 29 de noviembre de 2021

2CORINTIOS 5

  • El ministerio de la reconciliación





5.1-10 Pablo contrasta nuestro cuerpos terrenales ("morada terrestre") y nuestra resurrección futura del cuerpo ("un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos"). Pablo afirma con claridad que nuestros cuerpos mortales nos hacen gemir, pero cuando muramos no seremos espíritus sin cuerpo ("seremos hallados vestidos, no desnudos"). Tendremos nuevos cuerpos que serán perfectos para nuestra vida eterna.
Pablo escribió esto porque la iglesia de Corinto estaba en el corazón de la cultura griega y muchos creyentes tenían dificultad con el concepto de la resurrección del cuerpo. Los griegos no creían en la resurrección corporal. La mayoría consideraba la vida venidera como algo relacionado sólo con el alma, la persona real, presa en un cuerpo físico. Creían que al morir el alma quedaba libre, no había inmortalidad para el cuerpo, en cambio el alma entraba en un estado eterno. Pero la Biblia enseña que el cuerpo y el alma finalmente son inseparables.
Pablo describe nuestros cuerpos resucitados con mayores detalles en 1Co 15:46-58. Tendremos todavía nuestras personalidades e individualidades en nuestros cuerpos resucitados, pero serán mejoradas mucho más de lo que podemos imaginar, por medio de Cristo y su obra. Las Escrituras no dan muchos detalles en relación de cómo serán nuestros cuerpos resucitados, pero lo que sí sabemos es que serán perfectos, sin enfermedades, epidemias o dolor (véanse Phi 3:21; Rev 21:4).

5.5 El Espíritu Santo en nosotros es nuestra garantía de lo que Dios nos tiene reservado, un cuerpo revestido y eterno, que nos dará al resucitar (1.22). ¡Tenemos eternidad en nosotros mismos ahora! Esta esperanza debiera darnos un gran estímulo y paciencia para enfrentar todo lo que debamos experimentar.

5.6-8 Pablo no temía morir porque estaba seguro de que pasaría la eternidad con Cristo. Naturalmente, enfrentar lo desconocido origina ansiedad y dejar partir a los seres queridos duele profundamente, pero si creemos en Jesucristo podemos poseer la misma esperanza de Pablo de que tenemos vida eterna con Cristo.

5.8 Para aquellos que creen en Cristo, la muerte sólo es el preludio a una vida eterna con Dios. Nuestras vidas continuarán. Deje que esta esperanza le dé confianza y lo inspire para cumplir un servicio fiel.

5.9, 10 Si bien la vida eterna es un don gratuito basado en la gracia de Dios (Eph 2:8-9), cada uno de nosotros será juzgado por Cristo. Este juicio nos recompensará por la forma en que hayamos vivido. El don de la gracia de Dios en la salvación no nos libra de la fiel obediencia. Todos los cristianos deben rendir cuentas por la forma en que vivieron (véanse Mat 16:27; Rom 14:10-12; 1Co 3:10-15).

5.12 "Los que se glorían en las apariencias y no en el corazón" son los falsos maestros (véase 2.17), los que se preocupaban sólo por salir airosos en este mundo. Predicaban el evangelio por dinero y popularidad, mientras que Pablo y sus colaboradores predicaban preocupados en la eternidad. Usted puede deducir quién es un falso maestro, al descubrir sus verdaderas motivaciones. Si están más preocupados en sí mismos que en Cristo, evítelos y evite su mensaje.

5.13-15 Todo lo que Pablo y sus colaboradores hicieron fue para honrar a Dios. El amor de Cristo controlaba sus vidas. Y como Cristo murió por nosotros, nosotros también debemos morir a nuestra vieja vida. Como Pablo, no debemos vivir más para agradarnos a nosotros mismos, debemos usar nuestra vida agradando a Cristo, el que murió por nosotros y resucitó del sepulcro.

5.17 Los cristianos son nuevas criaturas desde su interior. El Espíritu Santo les da vida nueva y ya no serán los mismos jamás. No hemos sido reformados, rehabilitados o reeducados; somos una nueva creación, viviendo en unión vital con Cristo (Col 2:6-7). Convertirnos no es meramente dar la vuelta a una hoja nueva, sino empezar una vida nueva bajo un nuevo Maestro.

5.18, 19 Dios nos atrae hacia sí mismo (nos reconcilia), borra nuestros pecados (véase también Eph 2:13-18) y nos hace justos. Dejamos de ser enemigos, extraños o extranjeros para Dios, cuando confiamos en Cristo. Al reconciliados con Dios, tenemos el privilegio de animar a otros para que hagan lo mismo, y de esa manera somos aquellos que tienen "el ministerio de la reconciliación".

5.20 Un embajador es un representante oficial de un país en otro. Como creyentes, somos embajadores de Cristo, enviados con su mensaje de reconciliación al mundo. El embajador de reconciliación tiene una responsabilidad muy importante. No debemos cumplir esta responsabilidad en forma liviana. ¿Cuán bien está cumpliendo su responsabilidad como embajador de Cristo?

5.21 Cuando confiamos en Cristo, hacemos un trato: nuestros pecados por su justificación. Nuestro pecado fue vertido en Cristo cuando fue crucificado. A esto se refieren los cristianos cuando hablan del sacrificio de Cristo por el pecado. En el mundo se negocia cuando dos personas intercambian bienes de valor equivalente o relativamente iguales. Pero Dios ofrece cambiar su justicia por nuestro pecado, algo de valor inmensurable por algo que no vale nada. Cuán agradecidos debiéramos estar por su benevolencia con nosotros.


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