jueves, 7 de octubre de 2021

MATEO 21

  •  La entrada triunfal en Jerusalén
  • (Mr. 11.1–11;  Lc. 19.28–40;  Jn. 12.12–19)
  • Purificación del templo
  • (Mr. 11.15–19;  Lc. 19.45–48;  Jn. 2.13–22)
  • Maldición de la higuera estéril
  • (Mr. 11.12–14, 20–26) 
  • La autoridad de Jesús
  • (Mr. 11.27–33; Lc. 20.1–8)
  • Parábola de los dos hijos
  • Los labradores malvados
  • (Mr. 12.1–12;  Lc. 20.9–19)







21.2-5 Mateo cita a una asna y un pollino, mientras que los otros Evangelios se refieren sólo al pollino. Era el mismo acontecimiento, pero Mateo señala la profecía en Zec 9:9, donde un asno y un pollino son mencionados. Muestra la manera en que las palabras del profeta se cumplieron por medio de las acciones de Jesús, probando que era el Mesías. La llegada de Jesús a Jerusalén en el pollino destaca su realeza mesiánica, como también su humildad.

21.8 Este es uno de los pocos lugares en los Evangelios donde la gloria de Jesús es reconocida en la tierra. Jesús audazmente declara ser Rey y la multitud con júbilo lo aclama. Pero esa misma gente cedería a la presión política y lo abandonaría poco después. Este acontecimiento se celebra el Domingo de Ramos. Este día nos debe recordar que debemos guardarnos de aclamar a Cristo en forma superficial.

21.12 Esta fue la segunda vez que Jesús despejó el templo (véase Joh 2:13-25). Mercaderes y cambistas tenían sus puestos en el atrio de los gentiles en el templo, y lo llenaban de mercadería en lugar de dejarlo para los gentiles que iban a adorar a Dios. Los mercaderes vendían animales para el sacrificio a precios elevados, aprovechándose de los que habían llegado desde muy lejos. Los cambistas canjeaban la moneda corriente por la del templo, única moneda que los mercaderes aceptaban. Con frecuencia engañaban a los extranjeros que no sabían el tipo de cambio. No sólo los mercaderes y cambistas eran deshonestos, sino que abusaban de los que habían ido a adorar a Dios. Su comercio en la casa de Dios irritaba a los que intentaban adorar. Esto, naturalmente, airó a Jesús. Cualquier práctica que interfiera con la adoración a Dios debiera prohibirse.

21.19 ¿Por qué Jesús maldijo a la higuera? No fue un acto apresurado motivado por la ira, sino una parábola escenificada. Jesús estaba expresando su enojo contra una religión sin sustancia. Así como la higuera tenía buen aspecto de lejos pero al examinarla de cerca no tenía frutos, el templo impresionaba a primera vista pero sus sacrificios y otras actividades eran vacíos porque no se ofrecía adoración sincera a Dios (véase 21.43). Si usted sólo aparenta tener fe sin acompañarla de obras, se parece a la higuera que se secó y murió porque no dio frutos. La fe genuina incluye el dar frutos para el Reino de Dios. Si desea más información sobre la higuera, véase la nota en Mar 11:13-26.

21.21 A muchos inquietan las afirmaciones de Jesús de que si tenemos fe y no dudamos podemos mover montañas. Jesús, por supuesto, no estaba sugiriendo a sus seguidores que usaran la oración como "magia" para mover montañas a su antojo. Más bien estaba señalando con firmeza la falta de fe de los discípulos y nuestra. ¿Qué clase de montañas enfrenta usted? ¿Se lo ha mencionado a Dios? ¿Cuán firme es su fe?

21.22 Esto no garantiza que podemos conseguir todo lo que queramos simplemente por pedírselo a Jesús. Dios no actúa como garante de pedidos que podrían herirnos o que violarían su propia naturaleza o voluntad. La declaración de Jesús no es un cheque en blanco. Nuestra oración debe centrarse en la obra del Reino de Dios. Si creemos, nuestras peticiones estarán supeditadas a la voluntad de Dios, y El se sentirá gustoso de contestarlas.

21.23-25 En el mundo de Jesús, así como en el nuestro, la gente buscaba la señal exterior de autoridad: educación, título, posición, conexiones. Pero la autoridad de Jesús provenía de su esencia, de lo que era, y no de ningún adorno exterior o superficial. Como seguidores de Cristo, Dios nos ha dado autoridad: podemos hablar y actuar confiadamente en su nombre porque tenemos su autorización.

21.23-27 Los fariseos querían saber de dónde tenía Jesús autoridad. Si decía que de Dios, lo acusaban de blasfemia. Si decía que actuaba en su propia autoridad, la multitud se convencería de que los fariseos tenían una autoridad superior. Pero Jesús les contestó con una pregunta que parecía no tener nada que ver con el asunto, pero que ponía de manifiesto sus verdaderos motivos. Ellos en realidad no querían una respuesta sino atraparlo. Jesús demostró que los fariseos usaban la verdad sólo si esta apoyaba sus puntos de vista y causas.

21.25 Si desea más información sobre Juan el Bautista, véase Mateo 3 y el perfil en Juan 1.
21.30 El hijo que dijo que obedecería y no lo hizo representa a Israel en los días de Jesús. Decían que querían hacer la voluntad de Dios, pero con frecuencia desobedecían. Es peligroso fingir obedecer a Dios cuando nuestros corazones están lejos de El, porque Dios conoce las intenciones de nuestros corazones. Nuestras palabras deben estar respaldadas por nuestras acciones.

21.33ss Los personajes principales en esta parábola son (1) el dueño: Dios, (2) la viña: Israel, (3) los labradores: los líderes religiosos judíos, (4) los agentes: los profetas y sacerdotes que permanecieron fieles a Dios y predicaron a Israel, (5) el hijo: Jesús (21.38), (6) los otros labradores: los gentiles. Jesús estaba poniendo al descubierto el complot asesino de los líderes (21.45).

21.37 En su deseo de alcanzarnos con su amor, Dios envió a su Hijo. Su vida perfecta, sus palabras de verdad y su sacrificio de amor fueron para motivarnos a que lo escuchemos y sigamos como Señor. Si rechazamos su gracia, rechazamos a Dios.

21.42 Jesús se refiere a sí mismo como la piedra rechazada por los edificadores. A pesar de haber sido rechazado por muchas personas, sería la cabeza del ángulo de su nuevo edificio, la Iglesia (véanse Act 4:11 y 1Pe 2:7).

21.44 Con esta metáfora el Señor enseña que una piedra puede afectar a la gente en formas diversas, dependiendo de la manera en que se relacionen con ella (véanse Isa 8:14-15; Isa 28:16; Dan 2:34, Dan 2:44-45). Lo ideal es edificar sobre la piedra, pero muchos pueden tropezar con ella. Y en el juicio final aplastará a los enemigos de Dios. Cristo, "la cabeza del ángulo", al final será la "piedra que desmenuzará". El ofrece ahora misericordia y perdón, pero dice que después ofrecerá. ¡No esperemos para decidir!






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