jueves, 26 de agosto de 2021

Tristezas de Sion la cautiva Lamentaciones 1




1.1 Este es el cántico de dolor de Jeremías por la destrucción de Jerusalén. La nación de Judá quedó derrotada totalmente, el templo destruido y los cautivos llevados a Babilonia. Las lágrimas de Jeremías eran por el sufrimiento y la humillación del pueblo, pero calaron aún más hondo en su corazón. Lloró porque Dios rechazó al pueblo por rebelde. Cada año se leía este libro en voz alta para que los judíos recordaran que su gran ciudad cayó debido a su pecaminosidad obstinada.


1.2 El término amantes se refiere a naciones tales como Egipto, a la cual Judá constantemente pidió ayuda. Cuando los babilonios cercaron Jerusalén, la nación de Judá se apartó de Dios y en su lugar buscó la ayuda y protección de otras naciones.


1.9 La advertencia era fuerte y clara: Si Judá juega con fuego, el pueblo se quemará. Jerusalén se arriesgó tontamente y perdió, negándose a creer que la vida inmoral traía consigo el castigo de Dios. La consecuencia final del pecado es el castigo (Rom 6:23). Podemos decidir pasar por alto las advertencias de Dios, pero tan seguro como el juicio de Dios vino sobre Jerusalén, así vendrá sobre quienes lo desafían. ¿Escucha usted la Palabra de Dios? ¿La obedece? La obediencia es una señal segura de su amor por El.


1.14 Al principio, el pecado parece darnos libertad. Pero la libertad para hacer cualquier cosa que queramos poco a poco se convierte en un deseo de hacerlo todo. Luego nos volvemos esclavos del pecado y quedamos atados a su yugo. La libertad de la esclavitud del pecado procede solo de Dios. El nos libera, no para hacer cualquier cosa que queramos, sino para hacer lo que El sabe es mejor para nosotros. Tan extraño como pueda parecer, la verdadera libertad surge por obedecer a Dios: seguir su dirección para así recibir lo mejor de El.


1.16 Dios es el Consolador, pero debido a los pecados de Israel, tuvo que apartarse y convertirse en su Juez.


1.19 Los amantes de Jerusalén no pudieron venir en su ayuda porque, al igual que Jerusalén, no buscaron a Dios. Aun cuando parecían fuertes, realmente eran débiles porque Dios no estaba con ellos. La ayuda confiable únicamente viene de uno cuyo poder provenga de Dios. Cuando busque un buen consejo, recurra a cristianos que obtienen su sabiduría del Dios que todo lo sabe.


1.22 Babilonia, aun cuando pecadora, fue el instrumento que Dios usó para castigar a Judá y a Jerusalén, su capital. El pueblo de Jerusalén clamó a Dios para que castigara a la malvada Babilonia de la misma manera en que los castigó a ellos ("haz con ellos como hiciste conmigo"). Dios lo haría, ya que había dictado sentencia de juicio sobre Babilonia (véase Jer 50:1-27).







 

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