domingo, 22 de agosto de 2021

Profecías contra Egipto

 




29.1ss Hay siete profecías en los capítulos 29-32, todas relacionadas con el juicio sobre Egipto. Tal vez esta es la primera profecía que dio Ezequiel en 587 a.C. Ezequías, Joacim y Sedequías (reyes de Judá) buscaron ayuda de Egipto a pesar de las advertencias de Dios.
Hay tres razones principales para esta profecía: (1) Egipto era un viejo enemigo de los judíos, ya que una vez los esclavizó durante cuatrocientos años; (2) Egipto adoraba muchos dioses; (3) la riqueza y el poder de Egipto hacían que pareciera un buen aliado. Egipto ofreció ayuda a Judá solo por los beneficios que esperaba recibir de dicha alianza. Cuando los egipcios no obtuvieron lo esperado, abandonaron el trato sin preocuparse por las promesas hechas.

29.2ss Egipto tenía grandes tesoros artísticos, una civilización floreciente y un poder militar famoso en todo el mundo. Es lamentable, pero también era malvado, egoísta, idólatra y trataba a sus esclavos con crueldad. Y por esos pecados Dios condenó a Egipto. En la batalla de Carquemis en 605 a.C., Babilonia aplastó a Egipto junto con Asiria, sus rivales en la posesión del gobierno mundial.

29.9, 10 El Nilo era el orgullo y el regocijo de Egipto, un río que daba vida, ya que cruzaba en medio del desierto. Sin embargo, en vez de dar gracias a Dios, Egipto declaró: "El Nilo es mío, y yo lo hice". Hacemos lo mismo cuando decimos: "Esta casa es mía; yo la construí" o "Gracias a mis esfuerzos he llegado al lugar donde ahora estoy" o "He construido esta iglesia, negocio o reputación desde los cimientos". Estas declaraciones revelan nuestra soberbia. A veces damos por concedido lo que Dios nos ha otorgado, pensando que lo hemos hecho solos. Por supuesto, hemos puesto mucho esfuerzo, pero Dios brindó los recursos, nos dio las habilidades y las oportunidades para lograrlo. En vez de proclamar nuestra grandeza, como los egipcios, debemos proclamar la grandeza de Dios y darle a El el mérito. (Migdol está al norte de Egipto y Sevene en el sur. Por lo tanto se refiere a todo Egipto.)

29.13-16 Este período de desolación de cuarenta años en Egipto es difícil de fijar con precisión. Nabucodonosor atacó Egipto alrededor del 572 a.C. y se llevó a mucha gente a Babilonia, mientras que otros huyeron por seguridad a las naciones limítrofes. Alrededor de treinta y tres años más tarde, Ciro, rey del Imperio Persa, conquistó Babilonia y permitió que las naciones que Babilonia conquistó volvieran a sus ciudades natales. Si suponemos que pasó un período de siete años reagrupándose y viajando, este lapso de cuarenta años es factible. Desde ese entonces, Egipto nunca ha vuelto a ser una potencia mundial como antes fue.

29.17, 18 Esta profecía se dio en 571 a.C. y realmente es la última que aparece en Ezequiel. Nabucodonosor conquistó finalmente Tiro después de un largo y costoso sitio de quince años (586-571 a.C.). No planeó tal costo, por lo que fue hacia el sur y conquistó Egipto para recuperar todo lo perdido al tomar Tiro. Ezequiel colocó esta profecía aquí para describir quién llevaría su juicio a Egipto. Dios utilizaba a Nabucodonosor, un hombre malvado, como un instrumento de su juicio sobre Tiro, Judá y Egipto, naciones de por sí malvadas. Cuando Babilonia no reconoció la ayuda de Dios, El la juzgó también.








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